Mi sabor de helado favorito

He de decir que no tengo un sabor de helado favorito... Me gusta el de chocolate, pero también me gusta mucho el de dulce de leche, o el de yogur con frutas del bosque... y ahora me de igual reconocerlo, pero durante mucho tiempo me daba reparo no saber contestar cuando alguien me lo preguntaba. "Debo tener alguna tara...", pensaba yo, "... que no se ni cual es mi sabor favorito"...

Desde que ejerzo como coach, ya han sido varias las ocasiones en las que sale este tema en una sesión y el coachee me dice, como avergonzado, que no sabe qué es lo que le gusta... En un caso me comentaba un coachee, que se había dedicado siempre tanto a los demás, dándole prioridad a las necesidades y gustos de otros, que nunca se planteaba lo que a él le gustaba porque la elección era siempre "lo que eligiesen los demás". Así que ni se planteaba qué era lo que le gustaba...

Y quien habla de helados, habla de colores, de estilo de ropa, de decoración... Vamos, de todo aquello de lo que se suele opinar en gustos.

Trabajando sobre este punto, yo he ido identificando distintos contextos que pueden estar detrás de una actitud así, de "no sé qué es lo que me gusta". Quizá en alguno de estos aspectos te sientas identificado o reconozcas a alguien que actúa así...

- El primero es el que comentaba arriba: el caso de alguien que se dedica tanto a los demás, que pone siempre el bienestar de otros por delante, que no se permite preguntarse "¿qué es lo que me gusta a mí?". Es el caso de personas muy generosas a las que se les ha ido de las manos. Ser generoso es algo admirable, pero no puede ir reñido con quererse a uno mismo. Debemos tener nuestro espacio personal. Dedicarnos unos minutos y permitirnos probar y pensar si eso nos gusta o no.


¿Qué es lo que a tí te gusta?
Foto: Regina Estévez 
- Otra situación es la del miedo al error. "Tengo miedo de estar equivocado". Cuando a tu alrededor hay personas que muestran mucha seguridad en sí mismos, que hacen afirmaciones muy tajantes tipo "esa ciudad es feísima" o "este plato está malísimo" puedes llegar a pensar que hay una verdad absoluta, que las ciudades son espectaculares o son horrorosas, que las comidas están buenas o malas, que un vestido es bonito o feo,... Pero todo eso son aspectos susceptibles de opinión, y tenemos que ser conscientes de que no hay una verdad absoluta y que a mí puede parecerme que Nueva York es una ciudad impresionante y tú pensar que es una decepción. Pues los dos tendremos la razón, porque lo que entra en juego es lo que a mí me hace sentir algo, y eso es totalmente personal.

En estos casos, te propongo que hagas el ejercicio de poner en las frases de los demás un inicio que sea "a mí me parece..." y que la entiendas como una opinión igual de válida que la tuya, que puede ser totalmente opuesta...


- "Los gustos son decisiones". Esto lo vi en una serie de televisión en la que una chica despertaba de un coma sin recordar absolutamente nada de su vida. En una escena explicaba su preocupación por no saber si le gustaba el té o el café. La otra persona de la escena le explicaba que saber qué le gustaba era tan sencillo (y tan complejo) como tomar una decisión. Debía probar los 2, saborearlos y elegir aquel que le proporcionase más placer. 


Así que, ya sabes, si tienes dudas sobre si algo te gusta más que otra cosa, aplica tus sentidos y decide. Y si no estás convencido, decide que ambos te gustan. No pasa nada.


Como dice el dicho popular "para gustos, hay colores", así que apliquémonos el cuento, y empecemos a distinguir cuándo estamos hablando de gustos, para no imponer nuestra opinión y, sobre todo, para no dejar que otros nos la impongan.

Que tengas una feliz semana, y que opines mucho!

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