Todo. Nada. Siempre. Nunca.

Utilizar estos términos tan absolutos nos puede generar problemas. Lo que seguro no hace es que consigamos cambiar algo. Solemos usarlos cuando estamos enfadados o tristes. " Todo me sale mal ". " Mi jefe nunca reconoce si hago un buen trabajo ". " Siempre elijes tú los planes ". " No haces nada por mí ". Suenan a queja, a pataleta, a exageración... y dan poca credibilidad a lo que decimos. Sobre todo cuando estamos en una discusión o tratando de describir una situación. ¿Cuántas veces te observas usando estos términos? ¿Los escuchas a menudo en tu entorno? Te invito a que seas más consciente de si los usas y en la medida de lo posible, cuando te escuches diciéndolo, te hagas alguna de estas preguntas: - ¿"Todo"? ¿Seguro que "todo"? Vale, quizá sea mucho... Intenta objetivar y decir "cuánto". (En el "Todo me sale mal"... igual algo te sale bien, no? Por poca cosa que sea...). - ¿"...