Nadie dijo que fuera fácil
Hace unas semanas
publicaba un post sobre cómo gestionar propósitos (Aprendiendo a gestionar propósitos). Esos que nos marcamos a
principio de año, o de curso, o en cualquier momento del año.
Estoy segura de que
muchos al leerlo han pensado "Sí, sí. La teoría nos la sabemos todos, pero en la vida real no es tan fácil". Yo misma me decía eso estos días.
Si leíste ese
post, recordarás que yo contaba como había empezado a conseguir que mi hijo pequeño, de meses, durmiese él sólo, en la
cuna.
Pues sí, la cosa avanzó, y parecía que ya lo habíamos conseguido, pero han pasado semanas y ahora parece que hemos
vuelto atrás. El momento de meterlo en la cuna vuelve a ser duro, llora y no quiere quedarse solo. Alguna noche, vencida por el cansancio, lo he metido en mi cama, en contra de lo que me digo una y otra vez. (Respeto quien haga colecho, faltaría más, pero yo no quiero hacerlo).
Y en esas estoy. No dejando que el desánimo acabe con mis fuerzas. No desistiendo aunque no sea fácil. Intentando pensar nuevas maneras de conseguirlo. Teniendo paciencia y confiando en que lo conseguiré.
Porque estoy convencida de que cuando tenemos un objetivo que se debe mantener en el tiempo (de los que no vale con hacerlo un día), hay
que tratarlo como lo que es, algo algo a largo plazo. Hay que saber que habrá momentos duros, pasos hacia atrás, desánimo, pereza... Y lo que toca es volver a preguntarnos "quiero
conseguirlo?" Y si la respuesta es sí, hay que dejar de lado esos
pensamientos que nos quitan energía. Esos "no lo voy a conseguir", "es
imposible", "no merece la pena el esfuerzo"...
Cuando llegan estos
pensamientos, toca volver a repetirnos los otros, los que nos dan energía,
ganas y fuerzas. Esos "lo voy a conseguir seguro", "yo puedo con
esto".
Teniendo este tipo de pensamientos encontraremos el modo de conseguir eso que nos hemos propuesto. No pensar en positivo solamente nos puede llevar a desistir y convencernos de que no lo vamos a conseguir. Nos creeremos que no podemos.
Y como decía Henry Ford "Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, en los dos casos tienes razón".
Según como seamos, cuando damos un paso atrás en el plan marcado para lograr nuestro objetivo, podemos caer en la tentación de castigarnos y de pensar eso de "total, ya la he fastidiado, ya dejo de intentarlo", o "no soy capaz, está claro que no puedo"... Yo creo que esos momentos son para darnos una tregua, para aceptarnos como personas vulnerables que somos, que podemos cometer errores, que podemos equivocarnos. Si realmente queremos ir a por ese objetivo, debemos tomarnos ese "fracaso" como punto de aprendizaje, como un descanso en nuestra lucha. Aunque hayamos dado un paso hacia atrás, estamos más cerca de nuestro objetivo que al principio.
Una herramienta muy útil es visualizarnos en ese momento que ya lo hemos conseguido y
sentir el placer del éxito... Eso nos dará más fuerzas para seguir intentándolo.
¿Cuál es ese objetivo que no te resulta fácil? ¿Quieres aprender un idioma? ¿Quieres hacer más ejercicio? ¿Quieres comer más sano? ¿Quieres aprobar una oposición?... Sea lo que sea, recuerda que nadie dijo que fuera fácil, pero eso no significa que sea imposible.
Suerte con esos propósitos. Que tengas buena semana y recuerda: Sé Feliz!
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